Eran más de tres mil – había de asegurar José Arcadio Segundo, remembrando la matanza de peones en Macondo. En aquel episodio, el ejército había reprimido la huelga a son de ametralladoras para cohibir las protestas de los trabajadores de la compañía bananera. Como muchas veces ocurre, la fantasía de la literatura solo es un reflejo de la realidad.

Hoy, tras trece días de protesta por parte de los campesinos contra la empresa minera Las Bambas, el gobierno peruano ha declarado el estado de emergencia en la ciudad de Fuerabamba. Las protestas empezaron el pasado 14 de abril, cuando los comuneros han ocupado los terrenos concesionados a la empresa minera, exigiendo el cumplimiento de los acuerdos estipulados con la compañía.

Tras declarar el estado de emergencia, el gobierno desplazó 2500 efectivos policiales y del ejército, que acudieron al terreno de la compañía minera para desalojar a los manifestantes. Desde esta mañana, la represión se ha convertido en un conflicto. Los testigos y los vídeos que han empezado a circular en las redes sociales confirman que los militares han recurrido al utilizo de la violencia.

Los señores policías siguen disparando perdigones y también están provocando a los compañeros con palabras despectivas – se escucha en un vídeo publicado por el Observatorio de Conflictos Mineros del Perú. - Ya estamos claramente afuera de la empresa, sin embargo, siguen reprimiéndonos.

Asimismo, algunos testigos han reportado que la policía está arbitrariamente deteniendo mujeres y niños.

Igual que en Macondo, las fuerzas armadas parecen carecer de consideración cuando se trata de lidiar con las protestas y con su propio pueblo. De hecho, el utilizo de la violencia y las violaciones de los derechos humanos no representan una novedad en la represión de las manifestaciones, especialmente en las zonas mineras. La cuestión es aún más controversial si se consideran las leyes vigentes en Perú: Las fuerzas armadas cuentan con la impunidad a la hora de ejercer sus funciones, inclusive en casos de muertes o heridas graves.  

La represión de hoy se va sumando a la multitud de conflictos que se han desarrollado en el corredor de Las Bambas, una de las zonas de mayor conflictividad del sur Andino. El caso de hoy confirma una vez más la necesidad de establecer una mesa de diálogo constante y de tomar medidas frente a la problemática del extractivismo y la conflictividad reiterante que genera. A falta de medidas, semejantes episodios de violencia continuarán asechando el bienestar del ambiente y sus defensores.   

Eran más de tres mil – había de seguir murmurando José Arcadio Segundo en la soledad de su taller. Hasta ahora, en Fuerabamba, el balance es de veinte heridos y diez desaparecidos, entre ellos una niña. Una de ellas ha reportado una grave lesión al ojo. La única esperanza es que el gobierno peruano actúe para resolver los conflictos, operando para salvaguardar el bienestar de su pueblo, evitando que la impunidad y el olvido transformen las acciones represivas de hoy en un dato más sobre la violencia hacia las comunidades.  

Foto: Twitter de José Víctor Salcedo